ExxonMobil, conocida por ser la empresa más grande del mundo, la más eficiente y la de mayores beneficios, acaba de emitir su informe anual de prospectiva, denominado Outlook for Energy: A View to 2030 (pdf).
A diferencia de otros dos informes basados en los mismos datos de partida, como son los de la Agencia Internacional de la Energía o el de la Oficina de Información Energética, ExxonMobil se ufana de ser más certero en sus predicciones, pues afirma incorporar no un abanico de posibilidades basadas en un conjunto de suposiciones fijas acerca de la política energética, como hacen esos organismos ‘oficiales’, sino una evaluación de la forma en que evolucionará esta política, los mercados energéticos y la tecnología, de aquí a 2030, orientados a afrontar los problemas energéticos y medioambientales en todo el mundo.
Pues bien. Sea lo que fuere, ExxonMobil está convencida de que las emisiones de CO2 seguirán creciendo a un ritmo del 0,9% anual, por mucho que los países de la OCDE hagan todos los esfuerzos del mundo para reducirlas, y celebra que este crecimiento sea sensiblemente inferior al de la demanda mundial de energía, debido a la generalización de mejoras significativas en la eficiencia. Esto supondrá, sin embargo, un aumento de la demanda de combustibles líquidos del 25% respecto a 2005, base del estudio. Y, por tanto, también de las emisiones en el caso de que se mantenga el mismo mix fósil, sobre el que el estudio no prevé variaciones significativas.
El carbón seguirá siendo el principal proveedor de energía eléctrica, aunque con una leve tendencia a la baja a favor del gas y de la energía nuclear. En todo caso, los combustibles fósiles seguirán suponiendo, en 2030, el 80% del total de energía primaria.
La empresa emplea meros mecanismos de mercado para efectuar estas afirmaciones. Por ejemplo, señala que las centrales térmicas con captura de carbono no son competitivas ni siendo el precio de la tonelada de CO2 de 60 dólares. Tampoco cree la mayor petrolera del mundo que los vehículos eléctricos, ni tan sólo los híbridos, sean lo bastante competitivos en las próximas décadas como para que se generalice su uso. Según sus datos, un vehículo híbrido, con una batería que permita una autonomía de 60 Km, cuesta 16.000 dólares más, mientras que el ahorro anual en combustible es de unos 1.000 dólares. En 2030, el coste de la batería puede haberse reducido a 6.000 dólares, pero el ahorro en combustible también se habrá reducido.
Con respecto al programa de investigación que la compañía lleva a cabo para el desarrollo de biocombustibles, ExxonMobil manifiesta que pasarán décadas antes de que esté a punto para su empleo general.
En ese informe, ExxonMobil ya no niega, directamente, la peligrosidad de las emisiones, sino que señala que ‘el crecimiento de las emisiones supone importantes riesgos para la sociedad y los ecosistemas’. Además, aboga por un sistema de impuestos al carbono con redistribución, en lugar del mercado de emisiones.
Acceso al informe aquí
La pregunta de millón sería: ¿Cuantas previsiones has visto acertar a 30 años? Seguro que Exxon hace 40 años decía, como todo el mundo, que solo quedaban 40 años de petróleo.
Seguro que el estudio está muy bien, si en 30 años no hay ningún cambio relevante. La experiencia dice que eso no es así jamás.